Editorial: Defensa del territorio y autonomía campesina. El Plan de Desarrollo Sustentable de las Hermosas (Chaparral–Tolima)
Por: Gabriel Tobón
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El cañón de Las Hermosas es uno de los múltiples casos en los que se evidencia la ofensiva del capital -con la reciente construcción y puesta en operación de un proyecto “hidroeléctrico a filo de agua”- que obligó a las comunidades campesinas e indígenas a organizarse y luchar por la defensa de su territorio y sus modos de vida.
La defensa de los territorios campesinos, la autonomía de las comunidades rurales y sus organizaciones, es un imperativo ético y moral en tiempos en que el capital y el modelo económico neo – extractivista, lanza una de sus más agresivas ofensivas por explotar y apropiarse de los recursos naturales que poseen estos territorios, generando nuevas formas de disputa territorial y sutiles estrategias de desplazamiento de pobladores rurales a nombre del desarrollo.
Los territorios indígenas y campesinos del Sur del Tolima en Colombia, no han sido la excepción, al contrario, desde principios del siglo XXI esta región enfrenta las nuevas estrategias de reproducción del capital para superar su crisis económica y la riqueza de su base natural, hídrica y ambiental se ha visto intervenida e impactada negativamente por la presencia de grandes megaproyectos hidroeléctricos y mineros.
El cañón de Las Hermosas, corregimiento del municipio de Chaparral – Tolima, es entre muchos, uno de los múltiples casos en los que se evidencia esta ofensiva del capital con la reciente construcción y puesta en operación de un novedoso proyecto “hidroeléctrico a filo de agua” que obligó a las comunidades campesinas e indígenas a organizarse y luchar por la defensa de su territorio y sus modos de vida.
Como parte importante de esas luchas, las comunidades rurales del corregimiento lograron llegar a un acuerdo con la empresa ISAGEN para construir participativamente un Plan de desarrollo sustentable participativo, como expresión de una de sus estrategias y anhelos por defender su territorio y su autonomía, orientado en un todo, por un enfoque alternativo de desarrollo que coloque al frente la garantía y el ejercicio pleno de sus derechos humanos, dentro de los cuales el derecho a la tierra, a permanecer en el territorio sin la incertidumbre de ser desplazado y a tener la libertad para tomar sus propias decisiones en materia política, social, organizativa, productiva, cultural y ambiental se convirtieron en el sello inconfundible de una rica experiencia que es necesario dar a conocer por todos los medios posibles.
Por lo anterior, nos permitimos destacar algunos de los enfoques, bases conceptuales, teóricas y políticas sobre las que descansan esta experiencia, para describir muy brevemente como se encuentran dentro del Plan de desarrollo sustentable del corregimiento de Las Hermosas, el enfoque de derechos humanos, las perspectivas y razón de ser de la defensa del territorio campesino y la obligada autonomía que estas comunidades están dispuestas a defender, como históricamente lo han hecho, desde la época de la violencia bipartidista de los años 50, hasta hoy día, con el asedio permanente y la vulneración a los derechos humanos de los pobladores por parte del ejército de Colombia, que defiende en ese territorio, las inversiones de lSAGEN y controla supuestamente el orden público, estigmatizando, deteniendo y atentando contra la vida de los pobladores del cañón. Veamos entonces cada uno de los aspectos antes mencionados.
El Desarrollo como garantía del ejercicio pleno de los derechos humanos
El enfoque de derechos humanos en el Plan de desarrollo, se sustenta en la estrecha relación que existe entre desarrollo y los derechos humanos, relación que señala cómo el desarrollo tiene sentido sólo como mecanismo para la garantía de los derechos humanos fundamentales. Es decir, la garantía de los derechos humanos hace parte del contenido del desarrollo, a la vez que éste es un mecanismo para la realización de ellos.
Como bien lo señalamos en el Plan, los derechos humanos son atributos y garantías de obligatorio cumplimiento, inherentes a todas las personas tan sólo por su condición de seres humanos. Se trata de realizaciones objetivas tales como la alimentación, la salud o la vivienda, y subjetivas como la participación política, la asociación, o el ejercicio de la cultura, a través de las cuales se concreta la dignidad humana. Tales realizaciones se identifican no sólo con la condición humana en general, sino con la específica condición de género, edad, etnia, o la existencia de necesidades o situaciones de especial vulnerabilidad. De suerte que, existe un contenido básico de derechos humanos para todo ser humano, y un repertorio específico de derechos humanos para los grupos humanos con una identidad particular, o que ostentan una situación de vulnerabilidad que obliga a proveer una especial protección para garantizar condiciones de vida digna.
Así las cosas, bajo el enfoque de derechos, las acciones del desarrollo no se dirigen a la satisfacción de necesidades básicas para quienes las tienen en déficit, sino a la garantía de todos los derechos a todos los sujetos. Esto implica, que los derechos son de obligatorio cumplimiento por parte del Estado, y son jurídica y políticamente exigibles por parte de los sujetos de derechos. Esta obligación en cabeza del Estado se explica, de un lado porque con la ratificación de los tratados internacionales de derechos humanos ha adquirido tal obligación, y por otro, porque dispone de todos los medios materiales y políticos para darle cumplimiento.
El enfoque de derechos, implica la adopción de los derechos humanos como un derrotero ético y político que orienta las acciones del desarrollo. Este enfoque resulta complementario con el enfoque de sustentabilidad ambiental, dado que apuesta por asegurar condiciones de vida digna para los pobladores presentes y futuros, mediante el uso de los recursos naturales en forma tal que no sólo se garantice su conservación para generaciones futuras, sino el respeto por la cultura de los pobladores y la equidad en la distribución de los beneficios de su aprovechamiento para la realización de los derechos humanos de todas las personas.
En este sentido, la aplicación del enfoque de derechos humanos en el Plan de desarrollo del corregimiento de Las Hermosas, contrasta con las visiones predominantes del desarrollo que privilegian el crecimiento económico como objetivo, y representa una resistencia al modelo vigente de desarrollo que despliega un aprovechamiento intensivo, acelerado e ilimitado de los recursos, que concentra las riquezas obtenidas mediante tal aprovechamiento. Por el contrario, se compromete con una visión que privilegia la dignificación de la vida campesina, el aprovechamiento sustentable de los recursos y la justicia social.
De acuerdo con lo anterior, la existencia y reconocimiento de los derechos humanos ha sido resultado de las luchas sociales y políticas realizadas por los ciudadanos y dentro de ellos por los campesinos, afrodescendientes e indígenas a lo largo de la historia, en contra del ejercicio arbitrario del poder y de los modelos de desarrollo, que como el nuevo, pero siempre viejo modelo extractivista colocan en situación de desventaja y vulnerabilidad entre otros, de manera particular a los pobladores rurales.
Después de tantos años de luchas, resistencias, acciones colectivas y movilizaciones de pobladores campesinos, indígenas, negros en el continente americano, las Naciones Unidas reconocieron estos derechos consignándolos en la Declaración Internacional de Derechos de los Campesinos, de manera particular incluyeron como parte sustancial de ellos, los derechos a la tierra y el territorio, al agua, a las semillas, a los medios adecuados para producir, al respeto por las formas organizativas propias y a participar en la planificación de su desarrollo, entre otros derechos. Por ello, en el Plan de desarrollo del corregimiento de Las Hermosas, tales derechos orientan sus acciones hacia su realización, con la firme voluntad de hacer realidad su derecho a la tierra y al territorio, visto en el Plan como a continuación se muestra.
El Derecho a la Tierra y al Territorio
El territorio, es el resultado de un largo proceso de construcción social y natural, en el que la interacción entre los hombres, las mujeres y la naturaleza ha sido el factor determinante para su existencia. Con razón, importantes pensadores han dicho que el territorio es una porción del espacio o área geográficamente delimitada en el que interactúan varios grupos sociales con la naturaleza y se construyen todo tipo de relaciones sociales, culturales, ambientales, institucionales y económicas. Pero también, son los espacios de construcción del tejido social, de las amistades, de los afectos, de los amores, de los sueños y de las organizaciones.
En segundo lugar, el territorio es un espacio en el que se manifiestan los proyectos políticos del tipo de sociedad que los grupos sociales, partidos o movimientos políticos quieren construir, unas veces mediante acuerdos voluntarios con la participación de todos y otras mediante la imposición, la fuerza o la violencia, como ha ocurrido en la mayoría de los territorios rurales en Colombia.
En tercer lugar y como consecuencia de lo anterior, el territorio es un lugar donde se reflejan unas claras relaciones de poder en las que las clases sociales, los proyectos y movimientos políticos proponen, luchan y entran en conflicto por establecer un determinado tipo de orden y organización social, de acuerdo con sus valores, intereses (económicos - políticos - sociales), necesidades, culturas e ideologías.
Por lo anterior, el territorio del cañón de Las Hermosas, como parte del territorio del sur del Tolima, históricamente ha sido un territorio construido como resultado de los conflictos sociales y políticos que vive Colombia, en parte iniciados en la época de la violencia desatada por los partidos liberal y conservador, por conquistar el poder político entre los años 1940 – 1960, este conflicto obligó a muchos pobladores rurales, campesinos y campesinas a desplazarse de sus terruños y a colonizar nuevos territorios para construir con sus manos y esfuerzos, nuevas formas y proyectos de vida, interrumpidos o limitados por una de las más graves consecuencias que dejó la guerra entre liberales y conservadores, el conflicto armado interno, que desde entonces continúa con un poco más de 50 años, apenas con una nueva esperanza de resolverse por la vía del diálogo y la negociación que se adelanta en Cuba entre el actual gobierno y la guerrilla de las FARC – EP.
Las comunidades campesinas e indígenas del corregimiento de Las Hermosas se han visto obligadas a vivir en medio de ese conflicto armado interno. En medio de múltiples adversidades, desconocimiento, estigmatización y vulneración a sus derechos fundamentales pero a pesar de todo han sido capaces de sobreponerse y subsistir, continúan construyendo sus vidas, desarrollan su cultura, fortalecen sus organizaciones, su economía y sus propias formas de recreación y deporte, es decir, se apropian de su territorio, construyen su propia territorialidad campesina.
La territorialidad campesina, es la manera como los sujetos y grupos sociales mediante múltiples acciones, se apropian en concreto de un espacio determinado.
En términos generales se puede decir que la territorialidad, también es un proceso de construcción social, mediante el cual un territorio concreto es apropiado, controlado y defendido por una persona, un grupo social o un grupo étnico de hecho o por derecho. Así fue definido por Rodríguez (2010), quien cita a Montañez (1998) cuando éste último dijo que la territorialidad es:
“… la acción que consolida la pertenencia y el desarrollo de identidad de un Estado o de una persona sobre un espacio, es el nivel de dominio y de poder que es posible ejercer sobre el mismo…se asocia con apropiación,…con identidad y afectividad espacial, … se combina definiendo territorios apropiados: de derecho, de hecho y afectivamente” (pág; 6)[2].
De acuerdo con lo anterior, las comunidades del cañón de Las Hermosas, han desarrollado múltiples acciones, se han organizado, han gestionado ese territorio, han ido construyendo poco a poco su propia territorialidad, la que además les ha generado una identidad que cada vez los impulsa a lograr sus sueños, a convertir la adversidad en nueva oportunidad para lograr sus objetivos, a imaginar un territorio transformado con su acción, a defender su modo de vida campesino y a materializar el sueño de construir y apropiar un territorio en paz, solidario, con igualdad de oportunidades para todos sus pobladores y en completa armonía con el medio ambiente y con los recursos naturales que les ha permitido sobrevivir y prolongar su existencia, justamente porque han aprendido a tomar sus propias decisiones, porque han decidido mantener su cultura campesina, porque han identificado un proyecto colectivo que se expresa en el Plan de desarrollo y porque saben que sólo es posible realizarlo con mayores esfuerzos, con su voluntad de lucha y claro, con el apoyo o en alianzas con otros actores institucionales, públicos y privados que entiendan, acepten y respeten su autonomía, que no traten de imponer otros modos de vida, de consumo, formas de ser o producir, distintas a su tradición, costumbres y cultura.