Editorial: El presente de las juventudes rurales ¿de cuál futuro hablamos?
Por: Flor Edilma Osorio Pérez
+Continuar leyendo
Queremos hacer una invitación a reconocer las realidades y voces de los jóvenes rurales que habitan hoy los territorios rurales del país y los aportes que como jóvenes hacen a sus sociedades ahora. Con la idea de abrir el diálogo incluimos también algunos materiales que muestran las experiencias de los jóvenes rurales en Uruguay.
Por: Flor Edilma Osorio Pérez
Las y los jóvenes del campo están ahí, los encontramos en los caminos, las parcelas, los cultivos, los mercados, las escuelas y por supuesto en sus casas. Sabemos que existen, que apoyan de manera importante las actividades familiares de producción y de reproducción de la vida campesina, están presentes en la pesca y las actividades mineras. Nos sorprenden con sus sonrisas, con sus algarabías cuando están en grupo; al igual que las y los jóvenes de las ciudades procuran estar al día con el uso del celular, y se interesan en las redes sociales. Tienen sueños, quieren tener futuros gratos: no quieren pasar hambre, quieren ser reconocidos y valorados, quieren ser tratados como personas dignas y quieren ser felices; quieren divertirse y conocer cosas nuevas. Con frecuencia escuchan de sus mayores que ahora no es su tiempo, que su tiempo será el futuro. Pero ¿cuál futuro?
Para sus padres y en general para los adultos no tienen edad suficiente para que su opinión sea tenida en cuenta. La escuela, con frecuencia, se ocupa más de ordenar y castigar que de facilitar espacios de conocimiento creativo, detiene más que impulsa. Los pueblos y veredas son lindos, tienen hermosas vegetaciones donde se puede respirar un aire de libertad pero con frecuencia carecen de sitios de esparcimiento, de encuentro y recreación, incluso muchos no cuentan con la básica cancha de futbol y básquet. Si hay cancha no hay balones. Pareciera que los gobernantes ignoran que ellos existen o si lo saben no les interesan. Así, el campo siendo hermoso se puede tornar poco atractivo. Aburrido. Acaso están condenados por no sé qué fuerza a mantenerse solamente en el trabajo? ¿Nadie está pensando en que también necesitan practicar deportes, hacer música, danza, arte? Todo eso se puede hacer también en el campo.
Mensajes diversos les dicen lo mismo: “hay que salir del campo para tener futuro”, “si quiere ser alguien, hay que salir pa´ la ciudad”.
Pero hay otros que sí los reconocen, identifican y los buscan. Ahí son reconocidos. Se trata de ejércitos y bandas que encuentran en los jóvenes a sus protagonistas. Sangre joven, fresca, ávida de aventura, ese es su mayor capital. La experiencia de habitar el campo para muchos jóvenes del campo ha estado marcada por el miedo derivado de la guerra. Las historias nos cuentan del miedo a ser reclutados, del temor de una mina antipersona, de los desplazamientos forzados con sus familias, la pérdida de sus padres, de sus vecinos, el cierre forzado de la escuela y todo lo que implica la incertidumbre de no saber qué vendrá mañana, cuando las rutinas que reconfortan desaparecen de sus vidas para pasar hambre, frío, angustia y muchas dificultades. Ellos y ellas jóvenes que habitan nuestros campos, constituyen las víctimas y victimarios más frecuentes de la guerra. Ellos y ellas no conocen un referente diferente del país que la guerra, en sus muchas expresiones.
Profundamente invisibilizados y bastante ausentes en la vida y decisiones de sus comunidades y por ende de la sociedad, las juventudes rurales se siguen reinventando. Para algunos estudiosos no hay tal juventud rural, hasta tanto no exista una moratoria social, es decir un tiempo de goce y disfrute que implica una carga menor de responsabilidades frente a las que tienen los adultos de acuerdo a como se concibe en las ciudades y no precisamente en los sectores populares. Pero, ¿podemos quedarnos con esta predeterminación que afirma la existencia de unos actores desde criterios externos?
Durante cerca de dos o tres generaciones, la guerra ha sido una continuidad que abraza, fragmenta y recompone las historias familiares de muchos pobladores del campo. Quienes hoy dialogan en La Habana desde la subversión tienen en sus propias historias marcas dolorosas de humillación y persecución. ¿Sesenta años de dolor, despojo y miedo, qué nuevo campo le dejan a las nuevas generaciones? ¿Han cambiado las condiciones estructurales rurales para ofrecerles un lugar digno a las actuales juventudes?
Frente al momento importante que se está gestando en La Habana, las y los jóvenes del campo tienen cosas qué decir. Por ejemplo, en el marco del foro nacional “Jóvenes Actores de Paz” realizado el mes de septiembre de 2015, jóvenes de diversos territorios del país recogen en la declaratoria “Aprendamos a conocer los sueños de los demás para ser libres juntos”[1] sus exigencias y propuestas al Estado, los negociadores en La Habana y la sociedad civil. ¿Qué propuestas se podrían generar para su involucramiento en estas dinámicas históricas para el país? ¿Cuáles son las expectativas que se construyen acerca del papel de los jóvenes en un escenario de postacuerdo y las condiciones reales que enfrentan los y las jóvenes en el campo? Son un par de preguntas que nos gustaría poder empezar a proponer y a discutir con nuestros lectores.
La pregunta acerca del futuro del campo pasa por el presente y futuro de las nuevas generaciones. De ahí que en esta ocasión hemos querido poner el tema de manera explícita en esta página del Observatorio, el marco del cual hemos realizado algunos estudios y publicaciones al respecto, como los números 7 y 8 de la Serie Memoria y Territorio, que corresponde a los títulos “Mapeo social y prácticas de autonomía territorial” y “La esperanza la tenemos nosotros. Experiencias y percepciones de jóvenes afrodescendientes de comunidades en lucha por la autonomía territorial”, ambas disponibles en línea.
Queremos hacer una invitación a reconocer las realidades y voces de los jóvenes rurales que habitan hoy los territorios rurales del país y los aportes que como jóvenes hacen a sus sociedades ahora. Con la idea de abrir el diálogo incluimos también algunos materiales que muestran las experiencias de los jóvenes rurales en Uruguay. Encontraremos entonces los siguientes contenidos:
·Una mirada a las juventudes rurales: ¿Qué muestran las cifras?
·Ventanas a las memorias de las juventudes rurales
·Incertidumbres sembradas en la tierra
·Desigualdades sociales de los asalariados rurales: la generación como factor de desigualdad de Juan Romero
·Asalariados rurales: generaciones y bienestar social de Juan Romero
·Video “Incertidumbres sembradas en la tierra” Oriente Antioqueño, Colombia
·Video “Los olvidados de la tierra” Uruguay
·Norbey, un joven campesino que comienza sus estudios universitarios. Archivo sonoro
Como ha sido habitual, además del tema central, se comparten documentos y análisis de actualidad. En esta ocasión los invitamos a leer “Érase una vez… Un nuevo desembarque español. Modernización, dependencia y subdesarrollo” de Mauricio Herrera-Jaramillo.
[1] https://www.jovenesactoresdepaz.com/