Centro de Documentación

Los parques nacionales naturales: grandes fuentes de agua

Autor: Gabriel John Tobón Quintero (Profesor-investigador) || Publicado en Noviembre 06 de 2012

Gráfica alusiva a Los parques nacionales naturales: grandes fuentes de agua
Región:Nacional |

Colombia es uno de los países más diversos biológica y culturalmente en el mundo. Esta riqueza natural incomparable, que parecieran ignorar las elites políticas y económicas, que al parecer solo la ven como fuente de negocios para aumentar sus riquezas, se despliega a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, desde la alta Guajira hasta el trapecio amazónico, de cabo Corrientes hasta la piedra del Cocuy, en límites con Brasil. Así, por ejemplo, en punta Gallinas, extremo norte del país, tenemos el parque nacional natural (PNN) Macuira, territorio ancestral de los wayú, y en el punto más septentrional del territorio nacional, en la frontera con el Brasil, está el parque nacional natural de Amacayacu, tierra ancestral del pueblo tikuna.

Esta riqueza natural, biológica y cultural está representada por cincuenta y seis áreas naturales que han buscado proteger de la voracidad del capital 11‘390.994 hectáreas terrestres y 1’211.326 marinas, para un total de 12’602.320 ha de áreas protegidas, o mejor, mal protegidas, que representan 11,3% del territorio nacional.


Uno de los mayores aportes del sistema nacional de parques naturales a la sociedad colombiana son las abundantes e insustituibles fuentes de agua presentes en ellos, especialmente en los parques localizados entre ecosistemas estratégicos como los bosques de niebla y los páramos y semipáramos.


Estas fuentes de agua, hasta ahora permanentes y de las que manan cuantiosos caudales, se ven hoy muy amenazadas por la gran minería, así como por la ilegal y la artesanal que no previenen ni mitigan los riesgos y efectos ambientales. Con alturas entre los 500 y los 5.775 metros sobre el nivel del mar incluyen, entre otros, a los parques nacionales naturales del Sumpaz, Chingaza, Puracé, los Nevados, Pisba, Farallones de Cali, Alto Fragua Indi Wasi, Guanentá alto río Fonce y la Sierra Nevada de Santa Marta, la montaña más alta del mundo a orillas del mar, declarada por la Unesco como reserva de la biosfera, del hombre y la humanidad y cuna de los pueblos tayrona, kogui, wiwa y kankuamo.


La Unidad administrativa especial del sistema de parques nacionales naturales (UAESPNN) estimó en 2004 que las áreas protegidas aportan agua a unos diecisiete millones de colombianos, habitantes de las ciudades y quienes dependen de ella (UAESPNN, 2004).

 

Hablar de servicios ecosistémicos es hablar del aporte considerable de la riqueza natural a los habitantes de un país. Uno de los principales servicios ecosistémicos en Colombia es la producción de agua que las áreas naturales protegidas nos proporcionan desde hace cientos de años y aún, y que cada vez están más amenazadas por la irracionalidad y la ambición del gran capital nacional y transnacional, las empresas multinacionales, y por la insensibilidad ambiental de las elites colombianas en el poder, que con el sofisma de las locomotoras del desarrollo conceden y han concedido el territorio nacional para las explotaciones mineras, la construcción de grandes megaproyectos hidroeléctricos y viales, y el establecimiento de monocultivos tan letales para el agua como la palma aceitera, la caña de azúcar, el sorgo y el ajonjolí para producir biogás o alcohol carburante para las grandes empresas y los grandes negocios.

Toda esta gran riqueza, que debería ser parte del patrimonio público, refleja parte de las grandes problemáticas sociales que viven amplios sectores excluidos y marginados por el estado central, sectores que han tenido un papel importante en la conservación, protección y uso de estos recursos, frente a un estado como el colombiano, que hasta ahora no les ha garantizado el ejercicio de sus derechos sociales, económicos, políticos, culturales y ambientales.

Además de ser uno de los derechos fundamentales de los ciudadanos, el agua es un derecho fundamental que permite el ejercicio del derecho a la vida como bien supremo. No obstante, los pobladores rurales colombianos, quienes han sido los principales contribuyentes a su producción y conservación, están siendo cada vez más excluidos de los grandes beneficios que de ella se derivan.

En la actualidad es imperioso seguir defendiendo el derecho colectivo y a perpetuidad del recurso agua que se produce en nuestros parques y en todas las fuentes presentes en el territorio nacional, y emular decisiones y movimientos como los de la ciudadanía santandereana, que logró impedir hasta ahora la explotación minera y destrucción consecuente del páramo de Santurbán, fuente milenaria del agua que hasta ahora ha beneficiado a los campesinos y habitantes urbanos de su zona de influencia.

 

 

 

 

 

 Descargue doc en PDF