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Nota de cine: La fuente de las mujeres

Autor: Juan Guillermo Ferro || Publicado en Noviembre 06 de 2012

Gráfica alusiva a Nota de cine: La fuente de las mujeres
Región:Nacional |

Ficha técnica
Título original, La source des femmes / Dirección: Radu Mihaileanu / Países: Bélgica, Italia y Francia / 2011 / 135 minutos / Género: drama.

En un pequeño pueblo, en algún lugar entre el norte de África y Oriente Medio, la tradición exige que las mujeres vayan a buscar el agua a la fuente que nace en lo alto de una montaña, bajo un sol ardiente. Así ha sido desde el principio de los tiempos. Un día, Leila, una joven casada, propone al resto de mujeres una huelga de amor: nada de sexo hasta que los hombres colaboren en el traslado del agua hasta la aldea (véase la página web: https://peliculas.labutaca.net/la-fuente-de-las-mujeres#sinopsis).


La idea de la huelga sexual de las mujeres se remonta al texto de Lisístrata, de Aristófanes. En Colombia, incluso, el año pasado las mujeres de Barbacoas, Nariño, decidieron hacer una huelga sexual o un “movimiento de piernas cruzadas”, con el fin de protestar y llamar la atención sobre las pésimas condiciones de la carretera que une a Barbacoas con Junín. El estado precario de la vía ha implicado la muerte de algunas mujeres cuando eran trasladadas de urgencia en ambulancia al interior del país.

La fuente de las mujeres recrea este tipo de protesta en el contexto de un pueblo musulmán norafricano de nuestros días. Sin embargo, la intención del director, de denunciar la subordinación de las mujeres en el campo de las tareas domésticas y reproductivas, se ve minimizada con el tratamiento un tanto banal del entorno cultural, con el uso de algunos lugares comunes sobre la cultura musulmana y con el diálogo desafortunado entre un tono dramático y otro de comedia. Todo esto resulta en una mirada ligera de un conflicto de género mucho más complejo que el que representa la cinta, en una historia que presenta las prácticas de la aldea con un trazo de exotismo propio de la mirada no muy aguzada y eurocéntrica de un observador externo.

La reducción del poder de contestación de las mujeres al ámbito sexual redunda en la reproducción de los estereotipos convencionales que le otorgan los hombres machistas a esta dimensión femenina. Si lo que se pretende es ser políticamente correcto, entonces el mensaje para trasmitir sería más bien que las mujeres deberían ser escuchadas no solo por el valor de su “oferta sexual”, sino por su condición y su dignidad como personas.
En cuanto a los personajes, llama la atención el tratamiento diferencial y el carácter más trabajado y complejo entre aquellos que representan a personas mayores, como los suegros de la protagonista, el jefe religioso de la comunidad y la abuela instigadora de la protesta, y los que encarnan a personas jóvenes, como por ejemplo los esposos que son el centro de la narración. Muy probablemente por las exigencias estéticas de las películas comerciales, estos últimos son interpretados por dos actores bastante atractivos, lo que les resta credibilidad.

El final feliz, en donde todo se resuelve a favor de la causa, resulta siendo complaciente para el público y poco creíble si se ve desde la perspectiva de los tiempos que llevaría la mitigación de un conflicto de género dentro de una comunidad tradicional. Sin embargo, de este final hay algo para rescatar, el hecho de que aun cuando ahora la fuente de agua esté en la mitad del pueblo, las mujeres siguen siendo las encargadas de recogerla.