El uso de la biodiversidad ha sido una práctica común y constante en todas las poblaciones humanas en el mundo. Aunque su uso ha variado en épocas y momentos, y constantemente ha respondido a necesidades internas de los grupos, también ha sido influenciado por diferentes demandas externas que modifican sus usos, los beneficios que de ellas se obtengan y el conocimiento generado sobre estas.
Hablar de biodiversidad puede considerarse un ejercicio abstracto si no se relaciona con el territorio. De esta manera, las comunidades locales reconocen su oferta en la medida en la que esta se haga presente en sus prácticas tradicionales, sociales y económicas. También perciben su escasez o abundancia, en la medida en la que el uso de esta les permita resolver problemas específicos, o les ayude a continuar con el establecimiento, dispersión y comprensión de su papel dentro del territorio. Identificar, valorar y re-valorar estas relaciones es uno de los objetivos principales del Observatorio de territorios étnicos.
Múltiples beneficios se perciben de la existencia y el uso de la Biodiversidad en comunidades locales, de esta manera se puede percibir su aporte en la producción de alimentos, la obtención de agua y energía, en la construcción de instrumentos, en la obtención de fibras, tintes, vestido y espacios necesarios para el desarrollo de esos vínculos con la tierra.
Quizás, una de las expresiones más amplias de la biodiversidad son las plantas, se considera que existen más de 300.000 especies de plantas alrededor del mundo, y estas son importantes porque componen el renglón más amplio dentro de la oferta de la naturaleza a los seres humanos. Dentro de toda esta oferta, se reconoce la importancia de las plantas en las prácticas de las comunidades tradicionales. Las plantas, en sí mismas, se consideran expresiones relacionales del clima, la tierra, la oferta hídrica y la distribución que de estas hacen los grupos humanos.