Estuvimos debatiendo largas horas sobre cuál era nuestro sello. Si quisiéramos resumir a qué nos hemos dedicado estos años de investigación, acompañamiento e incidencia, tendríamos que reconocer que principalmente a aprender. Hemos estado 10 años con los pies en la tierra, recorriendo las regiones, construyendo confianza para un trabajo en colectivo con organizaciones, comunidades, entidades, colegas de universidades locales y redes internacionales que respaldan y viabilizan nuestro quehacer. Hemos podido coincidir con momentos históricos para los movimientos sociales de comunidades negras y campesinas, como la adjudicación de los primeros títulos colectivos del Caribe y la reactivación de la figura de Zona de Reserva Campesina. Estos años hemos podido mantener un trabajo continuo en terreno, aun en medio de periodos regresivos de persecución y asesinatos de líderes sociales que reclaman sus derechos a la tierra y al ejercicio del derecho territorial.
El Observatorio de Territorios Étnicos y Campesinos (Otec) empezó a gestarse finalizando el año 2008, pero fue hasta inicios de abril del 2009 que adquirió vida como un proyecto de investigación al interior de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la Universidad Javeriana bajo la coordinación y liderazgo de Flor Edilma Osorio. Arrancó con una clara vocación de trabajo por y con las comunidades negras/afrodescendientes que construían formas particulares de manejo territorial, prácticas de autonomía en contextos complejos, en medio de las afectaciones de la violencia, el desplazamiento y los modelos de desarrollo que profundizaban las desigualdades ambientales y rurales. Años después, articularíamos con mayor rigor y compromiso el acompañamiento académico a comunidades campesinas, por lo que nuestros horizontes regionales, temporales y nuestra investigación comprometida empezaron a incorporar los diversos mundos de la campesinidad y sus apuestas por un reconocimiento diferencial.