Carta a Gabriel Turriago,
Gabriel, muchas cosas han pasado en los ríos y sabanas del Cesar,
Desde el 2014 que te fuiste, los consejos comunitarios enfrentan diversos problemas en la búsqueda del reconocimiento de los derechos colectivos a la tierra. De las seis solicitudes de titulación que acompañaste en Valledupar -y que se radicaron ante el Incoder- no hay respuesta positiva aún; al parecer, una luz de esperanza habrá este año con el caso de Guacoche que ya está en lista para la visita técnica de la Agencia Nacional de Tierras (ANT). Te preguntaras de qué ANT hablo, pues bien, preparando el terreno para el posconflicto, se reconfiguró el sector agrario y se crearon varias agencias estatales, entre esas, la ANT que finalizando el año 2015 asumió las funciones del antiguo Incoder.
Y es que el Acuerdo de Paz claramente estableció que el problema de la tierra era estructural al conflicto armado colombiano. Tu alcanzaste a acompañar varios de los espacios de socialización del primer punto del Acuerdo, el agrario/ reforma rural integral, el que busca transformar problemas como el de los valles geográficos del Caribe interior: una altísima concentración de la tenencia de la tierra, una indeterminada situación de los baldíos de la Nación y un conjunto de bienes públicos habitados por comunidades locales, afrodescendientes y campesinas a las que no se les puede decir que son simples usuarios. Comunidades que, dicho sea de paso, no han perdido la esperanza de recuperar, así sea una fracción pequeña, las tierras que han poblado tantos años atrás.
Cuando pienso en tu trabajo en el Caribe, recuerdo que nos encontramos en torno a los 8 consejos comunitarios de Valledupar que se habían empezado a constituir desde 2006, en todo el trabajo de campo que hicimos junto a tantas organizaciones acompañantes, los consejos lograron consolidar los expedientes para presentarle al Estado. Expedientes extensos y llenos de esperanza, además de bien sustentados con datos históricos, censales, cartográficos, ambientales sobre la situación de sus comunidades y la expectativa de entrar, así fuera un poco forzado, al marco de adjudicación de tierras colectivas. No creerías que toda esa experiencia puso a prueba mi deficiente capacidad etnográfica, porque lo mío era tomar notas de todo: reuniones interminables, debates, recorridos a caballo, medición de callejones, conversaciones con los mayores, etc. un poco sin rumbo entre el activismo académico y la amistad. Y tú decías, ¿qué buscan los consejos y qué buscamos nosotros? Y la respuesta, por supuesto nunca fácil, siempre nos llevó a que todos buscábamos condiciones para vivir con dignidad, dignidad que llevaría a la construcción de paz.
Con esa pregunta sobre es horizonte de posibilidad de los consejos comunitarios y sus acompañantes, la provocación estaba sobre la mesa, no se trataba de armar expedientes de titulación que luego el Incoder extraviaría, no se trataba sólo de medir las tierras, contabilizar las sabanas que quedaban, tampoco se reducía a los talleres de días enteros, a la técnica de café mundial bautizada como café guacochitero, obras de teatro dirigidas por Moisés Pérez. Si no se trataba de las formas de estar ahí, y si la paz no termina de llegar, ¿entonces de qué se trataba nuestra presencia en los sabanales? Pero bueno Gabriel, tú que trabajaste en varios procesos de paz, siempre insistías en el paso a paso, en ir ganando confianza, en que esto no era de un día para otro, que había que darlo todo y mantenernos optimistas, lo que resumías en tu conocida frase para qué hacerlo fácil si difícil también se puede. ¿De cuántos días de espera más o menos hablabas?
Las noticias de las sabanas no todas son malas. En Guacoche y Guacochito hay un renovado liderazgo. Los consejos comunitarios ahora tienen juntas con la participación de gente muy joven, de aquellos líderes como Carlos, Eliana, Yala que estaban cursando la universidad cuando los consejos pudieron optar a las becas especiales para comunidades negras. Ya se graduaron y ya lideran con tesón y creatividad sus comunidades. Para mi dicha, la agenda ambiental ha ganado protagonismo, ahora se propone la recuperación del cauce del río Cesar y, ya te imaginas, que si hablamos de cauce pues hablamos de riberas, de playones, de esos lugares tan ricos en nutrientes que sirven para la producción de alimentos. Están arborizando con especies nativas, y ya era hora, porque en consejos como Los Venados, sólo quedaba un Caracolí cuando hicimos trabajo de campo en el 2013. ¿Cuántos caracolíes tendrán ahora? Te quedo debiendo ese dato porque hace mucho que no visito al profe Erislo.
En Badillo están reconstruyendo el expediente de titulación, porque adivina, todo lo que el profesor Hidalgo Manjarrez trabajó para incorporar en la solicitud la ANT dice que no lo tiene, que no encuentra el expediente, que no se sabe de su paradero en las cajas y cajas del archivo del extinto Incoder. Así que entre varios amigos y amigas de la causa han estado apoyando al consejo para reconstruir la información cartográfica, histórica, los datos ambientales, los linderos, en fin, todo eso que el Estado pide para asegurarse de que se trata de una solicitud con sustento, así se quede sin sustento que una institución de tanta importancia pierda los archivos que tanto les cuesta a las comunidades consolidar. Pero el optimismo de los de Badillo no tiene límite, y el señor Franklin Daza, miembro actual de la junta en esa comunidad, me dijo el otro día que no había que ponerse a pelear sino a trabajar duro para juntar de nuevo todos los papeles y volver a radicar. Siempre me dejan sin palabras porque la esperanza de mejores días nadie se las arrebata.
¿No te parece inexplicable tanto optimismo? Sobre todo, porque no te he contado la peor parte, están de regreso varios de los excomandantes paramilitares que cumplieron el tiempo de las condenas en Estados Unidos. Entre otros, regresó alias Jorge 40, y aunque ha dicho que está comprometido con la paz, los paisanos no dejan de estar preocupados con las implicaciones que esto pueda tener. En el país no paran los asesinatos, los colegas de Indepaz han contabilizado que ya van 52 líderes sociales asesinados en lo que va del año y 21 firmantes del Acuerdo de Paz solo en 2021. También hay amenazas. En el Cesar, la Mesa Departamental de Derechos Humanos y Territorios, dice que van en aumento las agresiones y contabilizan más de 40 líderes sociales y defensores con serias situaciones de seguridad. Ya sabes, panfletos, llamadas, vigilancia en sus casas y todo tipo de intimidaciones para que cambien de actividad. Como si lo de ser representante de una comunidad fuera un oficio cualquiera que se remplaza por otro.
Y quizá lo más complicado ahora es que tienen menos acompañamiento gubernamental. Al gobierno no le va bien en las evaluaciones de especialistas sobre la protección a las personas amenazadas, así como tampoco le va bien en el conjunto de la implementación del Acuerdo de Paz. En el informe que presentaron el año pasado los del Instituto Kroc insisten en que la implementación está en momento de transición, y evalúan como muy deficiente la implementación con enfoque étnico. Para que te hagas una rápida idea del asunto, Kroc dice que sólo el 10% de los compromisos étnicos del Acuerdo ha sido completado. Pero bueno, habrá que ver a qué se refieren con transición, nunca es claro de dónde a dónde, o en qué sentido sea ese movimiento. En cuanto a protección a líderes y excombatientes es claro que se transita en retroceso y a toda prisa, porque estamos en cifras como si estuviéramos de regreso al pleno conflicto armado.
Algo que si te alegraría mucho, si estuvieras aquí liderando e inspirándonos con tu visión de la paz, es que los consejos comunitarios del Cesar, junto con otros del Caribe, tendrán oportunidad de presentar su propia visión a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). La JEP está trabajando muy cercana a los territorios, se está haciendo preguntas de sentido sobre las implicaciones del conflicto armado en lo local, en los sujetos en concreto. En temas como el desplazamiento forzado, los daños al territorio y la naturaleza como víctima están dialogando con las regiones. Ya te brillan los ojos, lo sé, porque Valledupar tendrá mucho que decir, porque sus sabanales cuentan muy bien historias de abandono, de violencia. Como bien narra la gente de Los Venados, sólo llegó a quedar en pie un árbol da Caracolí porque los que estaban en armas los talaron por miedo a que sirvieran de trinchera para otros armados. Vinieron a pagar los árboles y todas las ecologías materiales y simbólicas sustentadas en sus troncos y ramas. A nosotros también nos brillan los ojos, Gabriel, porque todo lo que podamos aportar será fruto de las buenas semillas que sembraste. Tal como te escribió Andrés Bernal por allá en octubre del 2014 que te despediste, Gabriel, no pudiste ver el país en paz, pero lo diste todo por conseguirlo. ¡Eres la buena semilla!