En el Caribe colombianos, los consejos comunitarios de comunidades negras llegan a ciento setenta (170), de acuerdo con la Red de Consejos Comunitarios del Caribe. Y en el norte del Cauca, son alrededor de sesenta (60), de los cuales, siete se ubican en Suárez organizados en la Asociación que lleva el mismo nombre del municipio. En éstas regiones habitadas por afrodescendientes se configuran hoy los principales desafíos para el reconocimiento de derechos territoriales y la gobernanza de recursos naturales estratégicos en las áreas que coinciden con tierras tradicionales que, en la mayoría de los casos, no tienen demarcación por parte del estado ni reconocimiento formal.
Es necesario poner en contexto que la fuerte presencia del conflicto armado y sus derivados ha tenido un efecto directo en las formas de tenencia de la tierra y las posibilidades organizativas de la gente negra, afrodescendiente, raizal y palenquera que habita buena parte del país, en su mayoría rural. Desde que tomara fuerza el enfoque diferencial, principalmente a nivel teórico y en menor medida en las políticas púbicas, se han elaborado documentaciones y estudios académicos sobre los impactos del desplazamiento para las comunidades negras. Impactos que refieren principalmente el daño cultural, si se reconoce que el territorio es el espacio de vida apropiado material y simbólicamente por las comunidades negras o afrodescendientes.
Pero, es aún poco conocido el daño en términos ecológicos en los territorios tradicionales afro y es quizá este tipo de afectación la que más compromete las posibilidades de vida en el mediano y largo plazo. Ciertos modelos de uso del suelo y del subsuelo como la minería y la agroindustria, no sólo atentan contra los modos de vida colectivos, sino que también fragmentan los ecosistemas y transforman los paisajes a un punto de no retorno y degradación estructural y funcional tal como lo hemos podido investigar en regiones como Valledupar en el Caribe y Suárez en los valles interandinos del Cauca. Sin lugar a duda, este sigue siendo uno de los mayores desafíos territoriales de los afrodescendientes.